El 9 de abril de 1948, el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán marcó el inicio de una de las etapas más oscuras de la historia colombiana. Desde entonces, el país ha vivido múltiples ciclos de violencia con distintos actores, pero un denominador común: la ausencia o la complicidad del Estado.
El Bogotazo: estallido de un pueblo sin protección
Lo que siguió a la muerte de Gaitán fue más que una protesta: fue un estallido de décadas de frustración acumulada. La respuesta del Estado fue represión, no solución.
La tarde del 9 de abril de 1948, cuando Jorge Eliécer Gaitán fue asesinado en pleno centro de Bogotá, la capital se convirtió en escenario de una revuelta sin precedentes. El pueblo, frustrado por años de desigualdad, clientelismo y falta de reformas reales, estalló en furia. La reacción del Estado fue desproporcionada: represión violenta en lugar de mediación. Este fue el inicio simbólico de una serie de conflictos en los que el Estado brilló por su incapacidad de proteger, escuchar y transformar. El Bogotazo reveló algo más profundo: la ruptura definitiva entre la ciudadanía popular y las instituciones públicas.
La Violencia: entre liberales y conservadores, pero sobre todo campesinos
Entre 1948 y mediados de los años 60, más de 200.000 personas fueron asesinadas en el campo colombiano. No por criminales comunes, sino por decisiones políticas mal gestionadas, retaliaciones partidistas y abandono estatal.
La llamada época de La Violencia (1948–1964) fue menos un conflicto entre partidos y más una guerra desatada en el campo. Los campesinos pagaron el precio de las decisiones tomadas en Bogotá. Armas, retaliaciones, persecuciones políticas y desplazamientos marcaron esta época. El Estado, más interesado en preservar privilegios que en garantizar derechos, intervino poco o nada. Más de 200.000 muertos, incontables desplazados y un país rural arrasado. La historia oficial lo simplificó como enfrentamiento partidista, pero en realidad fue una masacre tolerada desde la cúpula.
Guerrillas, paramilitares y narcotráfico: un Estado acorralado (o cómplice)
Las guerrillas surgieron como reacción a ese abandono, los paramilitares como brazo de intereses privados, y el narcotráfico como negocio tolerado en zonas donde el Estado nunca llegó. En todos los casos, la respuesta fue tardía, desorganizada o corrupta.
A finales de los años 60 y durante las siguientes décadas, surgieron actores armados ilegales que aprovecharon el vacío institucional. Las guerrillas, nacidas del abandono estatal y la represión, fueron seguidas por grupos paramilitares financiados por sectores económicos que buscaban protección privada. El narcotráfico floreció en regiones donde el Estado no ofrecía ni ley ni oportunidad. Lo grave es que en muchos casos no fue solo ausencia del Estado: fue complicidad. Funcionarios, políticos y miembros de las fuerzas públicas participaron, financiaron o ignoraron. El Estado perdió legitimidad no solo por lo que no hizo, sino por lo que permitió hacer.
Verdad, justicia… ¿y Estado?
El Estado ha pedido perdón, pero no siempre ha hecho justicia. Las comisiones de la verdad han mostrado que el Estado no solo omitió: también permitió, encubrió y en ocasiones, ejecutó.
Las comisiones de la verdad, los procesos de paz y las sentencias de la Corte han señalado que el Estado colombiano no fue solo víctima de la violencia: también fue actor. La falta de justicia real, de reparación integral y de reformas estructurales sigue pesando sobre el presente. El perdón sin consecuencias, la impunidad estructural y la persistencia de actores violentos son síntomas de una democracia que aún no sana. ¿Dónde está hoy el Estado? ¿Ha aprendido de su historia o simplemente la administra? Esa es la pregunta que *Ciudadanía Crítica* pone sobre la mesa.
Fuentes de consulta
- Comisión de la Verdad (2022).
Informe final: Hallazgos y recomendaciones.
Disponible en: https://www.comisiondelaverdad.co - Palacios, Marco (2006).
Entre la legitimidad y la violencia: Colombia 1875–1994.
Bogotá: Editorial Norma. - Sánchez, Gonzalo (2003).
La violencia en Colombia: Una historia sin fin.
Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. - Centro Nacional de Memoria Histórica – CNMH (2013).
¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad.
Disponible en: https://www.centrodememoriahistorica.gov.co - Bushnell, David (1993).
Colombia: Una nación a pesar de sí misma.
Bogotá: Editorial Planeta.
Ciudadanía Crítica no olvida que la violencia en Colombia no es solo obra de bandidos. Es también consecuencia de un Estado débil, distante o mal intencionado.